martes, 26 de octubre de 2010

Ave de paso

Ha pasado el tiempo, y me agoté, tanto romanticismo inventado para nosotras, para retenernos en un hogar, pues no podemos abandonar los hijos como los hombres, es muy mal visto, una puta, sí eso me dijeron, una puta, como si una puta no pudiera ser una esmerada madre.  Se agota este dolor que empapa de letanías la almohada, los inviernos de inconfesables sueños mientras duermo.  Yo no seré tu muerta, la viuda que ensució sus mejillas con la luz fría del amor.  Un manantial escurre por mis muslos despiertos en los márgenes de la noche y la vulgaridad que no se ve, tu paraíso se acerca en esta madrugada y te abriré la puerta, te espero a hurtadillas, una emoción desenfrenada hace latir mi vientre hasta hacerme vomitar, llueve como siempre en esta ciudad donde nadie quiebra las horas, ven, acaricia hasta mi grito esta joya, orfebre mío pule cada sensación, las yemas de mis dedos arañan tus hombros, ¡cómo siente cada pezón turgente el vello de tu pecho¡ goza de este vuelo, abre la majestuosidad de este tabernáculo, complace mi fantasía, arremete con fuerza lleno de sangre revienta en la concha de hilos para amarrarte, mientras disparas tu chorro de ave de paso.

Letra a letra

Ha salido el sol, y te espero. La calidez de la primavera se aproxima,  mi piel se impacta comienza a dar sus frutos  rompe el deseo de llamarte. Recuerdo la última tarde juntos, repté sobre tus ojos verdes, tu selva oceánica que beso cada mes, se me viene la tempestad trasegando sangre  sangre en mis manos y en mis piernas, yo te beso en la boca, beso tu frente me bebo tu sudor, desciendo en tu cuello,  muge afuera el viento celestino, yo muerdo la inicial de tu cuello te beso con deseo, mi lengua te signa letra a letra sobre tus ropas. Desabrocho tu camisa con los dientes, y te voy chupando el torso, en tus vellos queda mi saliva, yo avanzo por tu vientre, debo ir a al supermercado, sigo en tus caderas, el  día está bello en Valdivia,  el mundo habla y ríe, desciendo hasta tu aroma que me tala y enciende la flor millonaria de alerces y estepas, sí, me acuerdo de toda mi vida que repta, mi boca en tu pubis  siento que me llamas y yo te escucho como un ángel herido. 

Privilegio

Me llamas cuando estoy orando, cuando menos quiero acordarme de tus mordiscos, la ventolera rigurosa arrastra las piedras por los techos, y pienso en ti, tú que sueltas mis huesos, y vibra el vaso en mi mano y así en tu cuello, yo escucho siempre tu aullido lascivo, entonces, me  asomo en las noches para ver pasar a las mujeres humildes, y yo no quiero ser como ellas, ellas obedecen, no les dicen a nadie que su ropa se avejenta, esa, la que vio a otra mujer,  hermosa, perfumada como las rosas del jardín, porque ese sí es un privilegio que tiene en su casa pobre, en su casa fría, que siempre huele a alcohol y palos de leña recogidos en algún sitio eriazo allá en el cerro.  Me llamas cuando mi  cuerpo comienza a humedecerse, mira el cielo y nadie sabe que ensueña atrapa sombras y corre tras el relámpago que le constriñe el corazón.  



lunes, 25 de octubre de 2010

Sombra

Corro apresurada tras esa sombra que me va a escuchar, increparé su abuso. Aún chorreaba el corte entre mis piernas, niña aún, ese olor a la tierra en mi cuerpo aplastado, y todas la estrellas se clavaban en mi cara, y la respiración nublaba mis ojos. Debo romper los sueños, los que me ayudan a olvidar, y esa sombra adherida a las rocas que no alcanzo,  me mira, sí ahora voltea hacia mí, ¡oh, ese es  mi rostro de niña en el rostro de su sombra¡



Tiempos

Me quedé absorta contemplándolo, no seguí partiendo leña.   Me solté el pelo, allí se quedó de pie, me miraba como si hubiera huido de un sueño, me llamó y yo dejé caer  el brazo, el filo del hacha quedó enterrado en la leña.   Sola tantos años, criando, lavando, cocinando.   Pudo acordarse al fin de mí.   En fin, nunca dejé de poner los crisantemos en los tarros de su nicho.