jueves, 30 de mayo de 2013

SE ABRIÓ LA PUERTA DE GOLPE...

La verdadera locura
quizá no sea otra cosa que la sabiduría misma que, 
cansada de descubrir las vergüenzas del mundo,
ha tomado la inteligente resolución de volverse loca.

Heinrich Heine


Se abrió la puerta de golpe, me sonrío y se sentó a mi lado.    Simpática y refinada. Me preguntó el nombre de mi hijo, le dije que era nuevo, lo había cambiado de colegio porque donde estaba me parecía malo y  había poca preocupación por la mantención de la construcción.  Me habló sobre la falta de disciplina  de este nuevo colegio y que había aumentado este año el número de alumnos, sí – le dije – además no era muy barata la mensualidad y que este año tendríamos que enviar a su hermana a estudiar  a otra región.  No  me reconfortaba el comentario que hizo sobre la conducta de los chiquillos y pensé que al volver a casa advertiría a mi hijo que por favor se portara bien.   Es tranquilo mi niño – le dije- la verdad que no es tan inquieto pero es influenciable, así se dice. Los apoderados estaban llegando,  todos en silencio, lo que me hizo pensar que todos eran nuevos, pero después comenzaron los saludos de bienvenida de vuelta de vacaciones.   Ella sonreía y hacía comentarios que no alcanzaba oír. Si quieres te llevo a tu casa – me dijo -, ah pensé anda en auto, bien – le  respondí – gracias.   Sonaban las ventanas, el viento haría llover luego,  el cielo estaba muy oscuro y se  sacudían  las ramas del árbol grueso que estaba apegado al muro.
Al salir ya estaba lloviendo, nos cobijamos con  nuestras cabezas enterradas en  los hombros encogidos y corrimos hacia el pequeño  vehículo que estaba un poco más allá de la entrada del colegio.   Muy amable, de facciones finas y su vestido de crochet muy de acuerdo a su delicadeza.  Yo no podría ponerme un traje así, me engancharía en cualquier parte. Está abierto –me  dijo casi gritando- y se río con todos los dientes.   Abrí  la puerta del auto y me senté,  está mal cerrada – me dijo – la abrí y la tiré fuerte.  No sabía si aquel aroma era su perfume o el mío, o ambos.  Le  dije que  había estudiado idiomas y ella contabilidad – me dijo.  Asentí. Agregó que se había casado  una vez y que  tenía mucha fe en Dios y que alguna vez volvería a casarse.  Había tenido  una segunda relación  de la cual había nacido su segundo hijo,  y que  ahora acababa de conocer  un hombre maduro,  es decir,  mayor,  pensé yo.  
Empezó a decirme que   la mujer actual del que había sido su segunda pareja , era una obsesa, una mujer neurótica y que la avasallaba por teléfono y se le encontraba en cualquier lugar, así  que tuvo que trasladarse de ciudad.   A pesar de la situación,  estaba tranquila, me contaba.  Sus manos  parecían sudadas y  se les resbalaban  en el volante. Había levantado el rostro y los músculos del cuello la envejecían, recalcaba dos veces cada comentario que hacía, colgaba un cuchillo de plástico en el espejo del auto, puso la radio a todo volumen y aceleraba cuando la marcha de un vehículo la adelantaba.  Sus zapatos yacían botados en el suelo y una trizadura en el espejo lateral  deformaba mi cara, tenía hambre y quería llegar a mi casa.

La mujer la llamaba en sus horas de trabajo amenazándola con matarle  a sus hijos, cada mañana antes de ducharse ya había recibido varias amenazas y le decía si no  le entregaba las llaves del departamento de él la denunciaría de  ladrona.   Se reía con la boca abierta, echaba la cabeza para atrás y tocaba la bocina.  Estaba lloviendo torrencialmente y poco se veía por el parabrisas. Con la maniobra se le había subido el vestido, y los tacos estaban lejos  de sus pies, apretaba el acelerador y frenaba en seco, yo la miraba extrañada.  Me dijo -¿te dejo acá?, claro, aquí no más.  Cuando bajé le gritaron unos jóvenes  - ¡mamá ¡ ¡mamá¡  ¿dónde estabas?.  En la reunión – les respondió- ¡oh, mamita¡ por qué sacaste el auto¡  le  dijeron levantando algo la voz.  Ella se río a mandíbula  batiente, y les respondió que había ido a reunión y  luego dijo - miren con quién me encontré,  esta es  la mujer que lo mató.  ¡Ella  lo mató¡ .   ¡Ah,  mamá hace tiempo que no tienes que ir a reunión¡.