domingo, 28 de noviembre de 2010

Prueba fotográfica



Vine a escuchar esta charla de un gran escritor español, en esta galería central, a pesar del hielo de Valdivia, de la finísima lluvia y  la corriente que rezuma entre los locales comerciales. Todos nos sentamos en los asientos que van formados ordenadamente en una sola hilera frente al académico que va a realizar la charla.  Es ameno su léxico y apropiado para el informal lugar, que quizás no es adecuado para tal evento, pero el interés de la conversación y  los asistentes inquietos y atentos hacen cálido el ambiente.  Cuando ya ha finalizado y comienza el público a presentar  las preguntas  que se suelen hacer en este tipo de eventos, una señora que está sentada al lado mío comenta, alegremente, su vida  con otra señora que está sentada a su lado, yo me integro a la conversación, en realidad era una plática insubstancial, con movimientos y contorsiones de jolgorio.  Luego,  cuando comenzamos  a festejar con un cóctel, un vino de honor, como suele llamarse, esta mujer estaba inquieta,  entonces observé que con su cámara digital sacaba fotos,   extiende su conversación a mí  y me dice: - ¡Antes de irme tengo que sacar fotos,  sino mi marido no creerá que asistí a la charla¡ -    pareció curioso,  jocoso,  sorprendente, pero luego, contemplándola le pregunté: ¿Tu esposo también suele portar una cámara para comprobarte, luego, qué lugares él frecuenta cuando no está contigo?...

No me respondió y se rió como si yo contara un chiste.

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