miércoles, 6 de julio de 2011

Era muy linda.

Era muy linda. Caminaba al compás de su falda, sus caderas se mecían y yo imaginaba lo que todos ellos también se imaginan cada mañana, descansados y jóvenes como el cielo que recién aclara.  Sus suaves nalgas rozando mis muslos, le acaricié sus brazos que ella levantó hasta mi cuello, pensando que podía acercarla frenéticamente a mí cuerpo, la empujaba, le mordía la oreja, le tiraba suavemente su pelo y comenzaba a moverse, yo contenía mi temblor, ansiaba entrar en su piel, pero así deseaba este rumbo sin fin. ¿ Después qué? Comprendería al fin y al cabo, que nunca quise yo estar a solas con ella. Cuando en el colegio las monjas me tomaban, yo pensaba mal, me tocaban y me hablaban bajito, para que yo pensara en la virgen, y yo amaba, ciertamente a la virgen, todo dió un vuelco en mí, en ese encierro entre los árboles mientras la lluvia evitaba abalanzas y la intimidad invitaba a unirnos solitariamente y nadie decía nada, y yo tampoco, sólo cuando mi corazón dolía al no poder decirle cuánto la amaba, salí encadenada, para nunca más volver, no era necesario, la lluvia sigue mojándome y cada deseo me parece equívoco, y yo no debo decir nada más.

sábado, 12 de marzo de 2011

Desde la ceniza




Fría el agua que moja mis pies,  el sol aplaca su calor y mis nervios alteran la visión del paisaje.
Cuando me casé no estaba enamorada, el esposo de mi madre observaba mis ropas interiores que colgaba en la estufa para que se secaran, tal vez me equivoqué, no quise decirle a mi madre, tan ingenua y esforzada, nunca tuve valor para imitarla, menos lo tendría para contarle mis ideas locas de sentirme perseguida.   Terminé la universidad y partí, siempre emergiendo de algún lugar oculto lejos de este mundo y apartada de los amigos, no sé, no sé cómo volver a abrazar a mis amigos, a enfrentarme nuevamente a todas sus actitudes, a sus alabanzas, ellos fueron mi apoyo cuando salí, no creo que hayan cambiado y si han cambiado, después de todo no tuve la culpa, yo no tuve la culpa de nada.
Tengo un hijo que dejé con su padre, y voy a buscarlo.   Seguiré poniendo las venas tensas para estimular mi sangre y seguir dándole con todo mi ímpetu a esta sobrevivencia, estas ganas de vivir, a pesar de los castigos.
Aquí será la casa, la puerta está deteriorada, todo está en silencio, y yo necesito un pequeño trino en la mañana, una manito pequeña jugando con mis ojos.  Veré.