sábado, 12 de marzo de 2011

Desde la ceniza




Fría el agua que moja mis pies,  el sol aplaca su calor y mis nervios alteran la visión del paisaje.
Cuando me casé no estaba enamorada, el esposo de mi madre observaba mis ropas interiores que colgaba en la estufa para que se secaran, tal vez me equivoqué, no quise decirle a mi madre, tan ingenua y esforzada, nunca tuve valor para imitarla, menos lo tendría para contarle mis ideas locas de sentirme perseguida.   Terminé la universidad y partí, siempre emergiendo de algún lugar oculto lejos de este mundo y apartada de los amigos, no sé, no sé cómo volver a abrazar a mis amigos, a enfrentarme nuevamente a todas sus actitudes, a sus alabanzas, ellos fueron mi apoyo cuando salí, no creo que hayan cambiado y si han cambiado, después de todo no tuve la culpa, yo no tuve la culpa de nada.
Tengo un hijo que dejé con su padre, y voy a buscarlo.   Seguiré poniendo las venas tensas para estimular mi sangre y seguir dándole con todo mi ímpetu a esta sobrevivencia, estas ganas de vivir, a pesar de los castigos.
Aquí será la casa, la puerta está deteriorada, todo está en silencio, y yo necesito un pequeño trino en la mañana, una manito pequeña jugando con mis ojos.  Veré.